Gustavo de León
De pirómano a copywriter
Hace 26 años, dos amigos y yo le borramos las huellas dactilares del dedo pulgar derecho a un profesor. Con fuego.
Real.
Confieso que mentí como un bellaco para salvar el culo, pero no había otra forma de hacerlo. Lo habíamos cabreado y quería nuestras cabezas.
Normal.
Le habíamos achicharrado el puto dedo.
Teníamos 17 años y nos jugábamos el curso.
Teníamos que persuadirlo para salvarlo.
El curso. Para el dedo ya era tarde.
¿Que cómo hicimos eso? Te cuento…
El edificio de mi instituto era bastante viejo, y tenía en las puertas ese picaporte en el que para abrir tenías que pulsar hacia abajo, presumiblemente con el pulgar.
Estos picaportes.
Pues ahí nos juntamos tres perlitas con nuestros tres mecheros, y le dimos fuego hasta poner esa medallita al rojo vivo.
Sí. Eso hicimos… Entre clase y clase, durante el cambio de profesor nos pusimos a calentar el picaporte, y a los compañeros que venían del baño les cerrábamos la puerta para que al abrir se quemaran.
Si mal no recuerdo fueron dos los compis que probaron el calorcito antes que el profe llegara, pero nada comparado con lo que él experimentó.
Hasta ese momento no había daños que lamentar, nos echamos unas risas y ya.
Pero el tiempo que pasó hasta que el profe llegó fue mucho mayor, y lejos de detenernos sabiendo que venía la autoridad, con más afán vaciábamos nuestros depósitos.
Tres mecheros, una llama.
Hay que decir que el pobre era un cabroncete. Uno de esos profesores de antes que no se hacían mucho de querer. Para más Inri, semanas antes en un partido de fútbol de profes contra alumnos, se había encarado a un compañero un curso por debajo del nuestro al que probablemente le doblaba la edad y le dio un bofetón, lo que era un abuso de poder en toda regla.
Además de doblarle la edad, era profesor.
Había actuado como un abusador y los mayores se la teníamos jurada. Alguien tenía que bajarle los humos y no desaprovechamos la ocasión. El dedo le quedó bien cocinado y el humo le salía por las orejas.
No fue bajar, sino salir. A los humos me remito.
La verdad es que no lo planeamos, pero estábamos jugando entre nosotros y vimos la oportunidad de oro.
Aquello alcanzó el rojo vivo y quedó negro de la carbonilla. Según el tipo apareció por la esquina, cerramos la puerta y nos fuimos corriendo a nuestros pupitres. Como era de esperar usó su dedo pulgar para abrir la puerta y gritó:
Aaaaaaaaaahhhhhh!!!! Hijos de puuuuuuuuuuuutaaaaaaa!!!
… Silencio…
…. Algunos murmullos…
… mucho silencio…
Se hizo el silencio más absoluto que se había hecho en esa clase y sólo se escuchaban sus gritos montado en cólera.
El dedo se le quedó pegado como cuando descuidas la carne en la parrilla. Nunca se me olvidará.
… El hombre seguía gritando…
… y cagándose en todo lo cagable…
¡¡¡¿¿¿Quién fueeeeee???!!!
¡¡O salen los responsables o aquí no aprueba ni Dios!!
Estaba poniendo en jaque a toda la clase.
Si no decíamos quienes le habíamos tostado el dedo suspendería a toda la clase.
Por suerte nosotros sí que nos hacíamos de querer y la mayoría se quedó en silencio. Estaba claro que no podía hacer eso, pero los chivatos de la clase empezaban a acojonarse y nos miraban acusatoriamente con recelo.
Finalmente nadie dijo nada.
Ese día no hubo clase, y nos mandaron a todos a copiar
(cosa wena para mejorar caligrafía).
Vino el jefe de estudios (lo llamábamos Baloo por su parecido con el oso del Libro de la Selva), y se quedó cuidando de la clase en lo que el susodicho fue al médico a curar su quemadura. No recuerdo bien el sermón que nos soltó, pero obviamente quería nuestras cabezas.
Nos hizo conscientes de la gravedad de los hechos y nos dió un ultimátum a toda la clase. Si no aparecían los responsables, todos pagarían por ello.
Todo aquello le debía oler a chamusquina.
Nosotros éramos traviesos, pero no queríamos perjudicar a nuestros compañeros. Así que ese día nos mantuvimos callados, toda la clase nos protegió y ganamos tiempo para preparar una coartada que justificara aquel asadero.
Si nos expulsaban tendríamos que repetir curso, y había que evitarlo a toda costa.
Teníamos que persuadirlos como fuera.
El profesor en cuestión era el de Lengua, y por suerte, siempre se me dió. En casi todo lo demás era un auténtico desastre, pero en Lengua bien, bastante bien.
Cada cual lo suyo, ya sabes cómo va eso.
El caso es que hablé con mis dos amigos y les dije que aguantáramos la presión, que había que inventar algo.
Llegué a casa y me pasé toda la tarde escribiendo una carta con la línea argumental de un accidente. Dije que estábamos jugando entre nosotros (que era verdad), y que se nos fue de las manos (verdad, se nos fue) y que la broma iba dirigida a otro compañero (mmmmmm… sí pero no), y él había llegado antes de que llegara (que nos cuadró que también podía ser verdad porque había uno más en el baño).
Las piezas encajaban, pero estaba clarísimo que quisimos chamuscarle el dedo y se lo chamuscamos.
Al día siguiente apareció con el dedo vendado como si fuera una bombilla de fiesta y todos flipamos. En todo el instituto no se hablaba de otra cosa. Fuimos el trending topic durante meses. ¿Héroes o Villanos? no lo sé, pero la mayoría nos apoyaba. Como ya dije el tipo era bastante arrogante, uno de esos energúmenos de la época aficionado a los jalones de oreja.
De hecho, hoy en día existe una página en Facebook que se llama “Salesianos del 81 que vieron quemarle el dedo a Don Angel”. Cuando me enteré no sabía si sentir orgullo o vergüenza, pero es lo que hay. Cosas de adolescentes.
El caso es que al día siguiente, antes de que entrara tenía una carta anónima bien colocadita encima de su mesa.
En ella, a parte de venderle que fue un error con una redacción impecable, le decíamos que si era necesario nos entregaríamos para no perjudicar al resto de la clase.
La leyó con detenimiento y se quedó tan perplejo que cuando terminó nos pidió que nos levantáramos y fuéramos a ver al jefe de estudios como si nos estuviera mandando a buscar folios.
Estaba caliente, pero extrañamente calmado…
¿El poder de la palabra?
Puede ser.
Después de la chapa, en lugar de expulsarnos para siempre, sólo nos expulsaron dos semanas. La carta había cumplido su objetivo. Perder un curso era una putada, dos semanas expulsados, unas vacaciones.
Cumplimos nuestra pena y todo volvió a la normalidad. Volvimos al ruedo con el orgullo de los justicieros, pero sabiendo que ese año íbamos a tener que esforzarnos muchísimo para aprobar su asignatura.
Así que por mi parte le puse el máximo empeño y no tuvo más remedio que ponerme un notable. Ponerme la nota que merecía como si nada de esto hubiera pasado, habría sido humillante para él. Y efectivamente, aquello había pasado.
Fue un año emocionante, hicimos historia. Logramos terminar el curso, y todo gracias a esa carta. Tenía 17 años.
Han pasado 26 y no he dejado de escribir desde entonces.
¿Y entonces?…
Hoy estás leyendo esto a no ser que no lo estés leyendo.
No creo que sea un hecho que debamos discutir.
De hecho, es un hecho como un helecho que entraste en una página llamada nohaywevos.com, luego pinchaste en un enlace que te trajo hasta aquí, y leíste la historia de cómo tres adolescentes le tostaron el dedo a su profe y lograron salvar el culo con una carta.
Eso es copywriting. Escritura persuasiva.
¿Buen copywriting?
¿Mal copywriting?
Cada uno que saque sus propias conclusiones.
Mi conclusión, sesgada por supuesto, es que si escribo un anuncio, una carta de ventas para tu negocio, o el storytlling de tu empresa te elevo las ventas.
¿Cuánto?
Esta es la sección YODA responder:
"Persuadir escribiendo una cosa es, adivinar otra cosa ser. De adivinar nada saber. Escribir es lo que hacer. Seducir, convencer para vender persuadir...
Si para tu negocio Gustavo escribir, vender más la consecuencia será."
Puede que al visitar mi web te disgustes al no encontrar una colección de logos flotando por ahí con una foto mía delante de un portátil y esa cara de manual del profesional haciendo lo que todos hacen en sus perfiles.
No gracias. Parecen todos escritos por la misma persona.
Un poquito de por favor. Me quedo con Yoda.
Permíteme decirte que si ese es “tu estilo”, no necesitas ningún especialista.
Puedes decirle a quien hace las fotocopias en tu empresa que fotocopie lo que hace tu competencia.
Sustituyes tu marca por la de ellos y ya lo tienes.
A la competencia no se le copia, se le estudia para ver qué hace y hacer algo que te distinga.
Tienes que distinguirte. Tienes que ser creativo.
Si no sabes hacer eso, ve a la playa,
a la montaña,
al Spa,
al club de petanca,
a hacer ganchillo,
a la sauna o a donde sea que mejor te relajes…
Lo mejor es que no hagas nada, o que contrates a alguien que sepa hacerlo, pero no hagas chapuzas.
No tires tu dinero.
Para eso mejor lo donas y lo dices en tu publi.
Eso vende y ayuda al mismo tiempo.
Aporta valor al mundo y el mundo te lo devolverá.
No te compliques, hazlo simple.
¿Por qué debes contratarme?
Porque si vendes algo, puedo hacer que vendas más.
Y porque….
Soy guapo,
Inteligente,
Y cuando sonrío me brillan los dientes.
Jajajaja… qué va! Es broma. Nada de eso.
Debes hacerlo porque puedo hacer que vendas más.
Te escucho, veo tus defectos y cualidades, estudio el mercado y aprovecho las oportunidades.
Siempre que me interese vender lo que vendes.
Ni hago milagros ni digo mentiras.
Mi trabajo es hacer la verdad interesante.
La verdad es que siempre estarás a tiempo de contratar a uno de esos que escriben lo que todo el mundo escribe.
O mejor, te voy a dar un cosnejo travieso, ve a chat GPT y pide lo que quieras. Si sabes pedir, te dará algo mejor de lo que pueda darte cualquier juntaletras.
Pero hasta para eso tienes que saber escribir bien lo que quieres.
En fin, que te deseo lo mejor.
Para tu vida y tu negocio.
Que tengas un día increíble!
PD: Vamos carajo!
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